DíA De La PoLiLlA (AnDrE)

Como todo buen principio de una historia tiene que tener un contexto y una situación expresa para que el lector se sitúe en ella, pues bien os voy a situar. Colegio San Agustín de Sevilla, allá en los aledaños del célebre barrio de Santa Clara, creo recordar que era un mes de Febrero, más o menos si mi memoria no me engaña, cuando aquí el autor cursaba cuarto de la E. S. O, (como la LOGSE no la cambien se cargaran a los estudiantes) junto con mi amigo Juan Manuel Fernández. Bien, tengo que decir que este curso fue el mejor curso de toda mi vida junto con bachiller, pero en cuanto a diversión en las clases y resultados académicos (como si de una comparación calidad – precio se tratase) el mejor sin lugar a dudas (ya que en el bachiller tuve serias dificultades para pasarlo, sobre todo segundo que eso será otra historia que contar). Pues un día de febrero nos encontrábamos en clase de lengua con el archiconocido padre Nava, (todo el mundo que haya estado en el San Agustín ha odiado al menos una vez en su vida a este hombre tan cansino y ha querido darle una suave torta en la calva, que calva tan cuidada ostia) cuando la campana sonó y significaba el cambio de clase, los que nos tocaba después era educación física (clase que a todo niño le encanta porque solo se hace deporte, pero cuando se llega a la E. S. O no, a partir de ahí comienzan a jugar con tus sentimientos infantiles y te empiezan a hacer exámenes y a estudiar un libro, ¡¡en la puta vida se estudia el fútbol coño!!), sigo que sino me desvío, aquí comienza la historia que os relato. Cada vez que había educación física lo que hacíamos previamente era ir a los vestuarios y cambiarnos para ponernos la ropa de chándal. Mi vestuario estaba formado por Juan Manuel, Iván, Abraham (que forma de apurar el peinao al máximo), Gonzalo (quédense con este nombre^^), Manuel Alejandro (también llamado Manolín), Daniel y yo. En una de estas que nos estábamos cambiando, con el correspondiente jolgorio de unos estudiantes de 15, 16 años, se cuela una polilla en el vestuario en el que nosotros nos encontrábamos (no sabía donde se metía, lo tengo clarísimo). Todos comenzamos a intentar cogerla o bien acabar con su vida (vuelvo a repetir que teníamos 15 años), el vestuario era un cúmulo de hormonas gritando y chillando como si montados en uno de los aviones del 11- S nos encontráramos. En una de estas, Gonzalo (dije que os quedarais con este nombre por algo) le dio por comenzar a gritar algo como “¡¡Cogedla, cogedla para el parte!!, ¡¡Que no se escape, cogedla para el parte!!...Aquí el autor del artículo se encontraba en ese momento justo debajo de Gonzalo, el cuál estaba subido sobre un banco para coger la polilla que estaba en la ventana. Cuando me da por mirar alrededor mía, para mi asombro estábamos Gonzalo y yo solos en el vestuario, pero aún fue mayor mi cara de incredulidad cuando me da por mirar al umbral de la puerta y me encuentro al director del colegio y archiconocido padre Nava con pose y una cara de seriedad que ni en el entierro de Lady Di y Alfayed. Ese hombre ahí implacable estaba siendo consciente en primera persona de lo que Gonzalo intentaba hacer, el cual aún no se había percatado de la cómica situación y seguía gritando y agitando su cuerpo con vehemencia. A un servidor le comenzó a entrar la típica risa que nunca quieres que te entre en estos momentos, la risa incontrolada la cual no quieres que te salga, pero te sale si o si, y no podía ni hablar para avisar a mi amigo que seguía a lo suyo, cuando de repente consigo pegarle un tirón de la camiseta y ve al director del colegio, el cual habíamos tenido clase con él hacía escasos 10 minutos. Salimos los dos del vestuario con la cabeza gacha mientras Gonzalo soltaba un tímido “cabrones…porque no me habéis avisado”.

Nos llevamos nuestra correspondiente bronca por supuesto, como era de suponer, pero y os preguntaréis, ¿qué pasó con la polilla? Pues solo os diré que la polilla llego a estar en el parte de incidencias de nuestra clase, en el cual se ponían los avisos cuando alguien se le llamaba la atención, o bien faltaba a clase, pero eso será otra historia…